Los soles pueden ponerse y volver a salir; pero nosotros, una vez se apague nuestro breve día,tendremos que dormir una noche eterna…  Catulo

( Miquel Martí i Pol – Lluís Llach )

“Et deixo un pont de mar blava
que va del somni fins els teus ulls,
des d’Alcúdia a Amorgos,
del teu ventre al meu cor.


En algunas noches de primavera la ciudad de Olimpia es testigo de un fenómeno curioso. Desde las huertas  los campos que bordean el santuario de Zeus, el lugar sagrado en el que celebraban las competiciones deportivas más famosas de la historia, miles de luciérnagas surgen al caer la noche. Su luz verdosa, intermitente, inunda de destellos los campos que rodean el recinto del santuario y una atmósfera irreal,maravillosa, parece parar el tiempo, acallar los sonidos de la ciudad actual y amplificar los ecos de la historia antigua.

En todas esas lucecillas que vuelan a nuestro alrededor anida una historia, un amor, un recuerdo. Las voces de los que vencieron en las competiciones, el grito de los espectadores animando a sus conciudadanos, el bullicio de los mercadilos alrededor del recinto del Altis, todo un mundo perdido hace ya tiempo renace en esos mágicos destellos que iluminan los recodos de la historia.

Et deixo un ram de preguntes
perquè t’emplenis els dits de llum
com la que encén l’esguard
dels infants de Sidó.

Un pont que ajudi a solcar
la pell antiga del mar.

Que desvetlli la remor de tots els temps
i ens ensenyi l’oblidat gest dels rebels,
amb la ràbia del cant,
amb la força del cos,
amb el goig de l’amor

También brillan en ellos la memoria de los que compartieron la vida con nosotros. Transformados en luz en esas noches de primavera, los familiares, los amigos ausentes nos visitan, nos hablan, nos recuerdan que perviven en nosotros su recuerdo. Rodeados por la paz que existe en Olimpia, abrazados a la historia de aquel lugar mágico en el que la flor de toda la juventud griega competía cada cuatro años, los recuerdos nos asaltan y, con ellos, no sólo aparece el eco de la Grecia remota, sino el alma de nuestro propio pasado.

La fe en el hombre, la confianza en la bondad natural de la inmensa mayoría de los seres humanos, el convencimiento de que nuestro mundo puede alzarse sobre los escombros de todas las guerras, renacen cada primavera en Olimpia. Desde sus bosques la luz de la esperanza desciende sobre todos los viajeros que caminan por sus calles y senderos y entre las casas, las tabernas y las tiendas, un perfume de azahar ablanda el corazón de las estatuas.

Un pont de mar blava per sentir-nos frec a frec,
un pont que agermani pells i vides diferents,
diferents.

Et deixo un pont d’esperança
i el far antic del nostre demà
perquè servis el nord
en el teu navegar.

Et deixo un vers a Sinera
escrit amb traç d’un blau lluminós
que cantava a l’Alguer
per cantar el seu enyor…

Las luciérnagas de Olimpia parecen volar sin rumbo en la noche, a merced de las brisas que surgen del río Alfeo. Oscilan, suben y bajan ,caen y se levantan, y con la medianoche ,comienzan a desvanecerse.

Contemplándolas, siguiendo sus vuelos, es fácil simbolizar en ellas la luz que, desde las lejanas noches de hace casi tres mil años, sigue brillando en las tierras helénicas.

Et deixo l’aigua i la set,
el somni encès i el record.

I a Ponza la mort
per viure cara al mar… el mar… el mar.
L’espai ple de llum
on s’emmiralla el mar… el mar… el mar.

El blau del nostre silenci
d’on sempre neix la cançó.

Que desvetlli la remor de tots els temps
i ens ensenyi l’oblidat gest dels rebels,
amb la força del cant,
amb la ràbia del cos,
amb el goig de l’amor

La luz de la antigua Grecia reaparece en las noches primaverales de Olimpia. Su brillo nos maravilla y nos transporta, una vez más, a otros mundos que todavía no hemos perdido para siempre.

Un pont de mar blava per sentir-nos frec a frec,
un pont que agermani pells i vides diferents,
diferents

En Grecia sigue reluciendo la dulce luz de la esperanza

Un pont de mar blava per sentir-nos frec a frec,
un pont que agermani pells i vides diferents,
diferents…”

Me’n volo amunt: adéu-siau!
Ja m’esvaeixo en el cel blau.
  Adéu-siau, adéu-siau!”